teníamos hambre y sueño, pero ni la mas remota intención de levantarnos de la cama. desde siempre fuimos declarados especialistas en quedarnos inmóviles, entrelazados, pensativos. hoy quisimos potenciarnos en dicha profesión. era nuestro encuentro luego de varios días sin siquiera concebir la idea de poder tocarnos, sentirnos, estudiarnos. de repente todo se torno perfecto, y en nuestras mentes no hubo nada más que la fascinación de contemplar al otro. los sentimientos parecían explotar, saliéndose de nuestros adentros sin siquiera preguntar. la magia existió, y fue concentrada dentro de esas cuatro paredes, transportada por la brisa que entraba por la ventana y se hacia notar haciendo bailar a las cortinas. jugamos a recordarnos, con más de lo mismo pero no igual. la misma mirada, la misma sonrisa, el mismo miedo previo que luego se convertía en una gran satisfacción. el tacto de sus manos lo tenia latente en mi memoria, que volvía a recorrer con ellas los kilómetros de mi piel. si la señora que habita el departamento de enfrente hubiese tenido la oportunidad de observarnos, hubiese creído que aun nos aprovechabamos, y raramente hubiese notado el inmenso abismo que realmente nos separa y nos mantiene ocupados.para que una relación no tenga la oportunidad de verse destruida, es necesario construir más puentes y menos muros. mientras escribo en este diario y en mis oídos suena por casualidad la canción que supe dedicarle, pienso y me castigo a mi misma por no haber seguido ciertas advertencias. vuelvo a imaginarme a su lado, aprendiendo juntos y riéndonos a carcajadas. y es en ese momento en el que todo vuelve a mi mente y siento los pies en contacto con el suelo otra vez, que me anticipan la famosa “baja-a-la-tierra” cachetada. lo reconozco, es el ya nombrado muro del cual estaba hablando. pero sigo acá. sigo de pie. hoy aprendí a respirar con más eficacia y concentración. aprendí a contar cuando inhalo y exhalo, y a darle importancia a esa corriente de oxigeno que me llena los pulmones y me llena la vida. no hay nada que a estas alturas uno no pueda aprender, ni olvidar, ni superar. si el muro de Berlín pudo caer, el mío va a ser una pavada. lo único que te pido mi amor, ya no corras tras mis huesos.
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